Hay una muerte lenta que atraviesa
la vida lentamente, lentamente.
No es la traidora muerte de repente
que deja el ansia, aunque caida, ilesa.
¿La súbita del rayo? No, no es esa,
es la que llega despaciosamente
como claror confusa del oriente:
trágica luz del rayo que no cesa.
Así, noche tras noche, sucumbiste
en medio de una España negra y triste.
como el toro en la plaza, como el toro
la juventud de hoy, la de mañana,
forja otro cielo rojo, audaz, sonoro,
con un rayo de sol en la ventana.
Esto es un homenaje de Blas de Otero a Miguel Hernandez
y le hace un "guiño" a dos de sus poemas. Son estos
UNO
Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, comp el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varon en la ingle con un fruto.
Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Como el toro te sugo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro
OTRO
Un carnivoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.
Rayo de metal crispado
fulgentemente caído,
picotea mi costado
y hace en el un triste nido.
Mi sien, florido bálcon
de mis edades tempranas,
negra está ,y mi corazón,
y mi corazón con canas
Tal es la mala virtud
del rayo que me rodea,
que voy a mi juventud
como la luna a la aldea.
recojo con las pestañas
sal del alma y sal del ojo
y flores de telarañas
de mis tritezas recojo.
¿A dónde iré que no vaya
mi peerdición a buscar?
tu destino es de la playa
y mi vocación del mar.
Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará a mi pesar eterno.
Pero al fin podré vencerte
ave y rayo secular,
corazón, que de la muerte
nadie ha de hacerme dudar.
Sigue, pues, sigue cuchillo,
volando, hiriendo. Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografia.
El carnivoro cuchillo es la tuberculosis, que Miguel padecía y de la que el
sabia que iba a morir. Un poema triste pero bellisimo como todo lo de Miguel Henandez.
martes, 6 de abril de 2010
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